miércoles, 22 de abril de 2009

París es una fiesta

e
París, 11 de julio de 2008

Después de un sinnúmero de historias y canciones, la fantasía de París es una realidad. Escogimos como punto de partida la localidad de Hendaya, frontera entre Francia y España. Aprovechamos el trayecto de cinco horas en tren para armar un itinerario que se acomode a los gustos y nos permita conocer en cuatro días lo justo y necesario de la Ciudad Luz: la Torre Eiffel, por supuesto; el Museo del Louvre; caminar por las orillas del Sena; recorrer la Avenida de los Campos Elíseos hasta llegar al Arco del Triunfo; visitar el cementerio de Montparnasse.

Una mariposa traviesa ha jugado en mi estómago durante el viaje y no me ha dejado cerrar los ojos. Muchas veces lo había imaginado, pero ni el rugir de la locomotora ha conseguido apaciguar mis sentidos para asimilar que pronto, muy pronto, pisaré el París cruel de Vallejo, la ciudad nostálgica de Bryce, el corazón literario de Cortázar.

Llegamos a la Ville Lumière pasada la media noche. Primera parada: la Plaza de la Bastilla, símbolo por excelencia de la Revolución Francesa. La puerta abierta de un bar, un té helado, una cerveza, cigarrillos, una banda de jazz y el afán de encontrar el amor parisino en una buhardilla al mismo estilo de Martín Romaña. Una noche de novela.
e
El reloj climatológico indica que estamos en pleno verano pero no confío en su palabra. Hoy el cielo ha amanecido pintado de plomo. Entonces aprovechamos para visitar el Palacio de Versalles, donde pasamos la mayor parte del día conociendo el castillo y sus jardines, en Île de France, a media hora en tren desde París. Un promedio de tres millones de personas visitan al año la mansión de Luis XIV. Esta mañana de julio nos sumamos a la masa.


Más tarde, regresamos a la ciudad y subimos hasta Montmartre. En las calles empedradas se respira bohemia. Los alrededores de las plazas están adornados con pinturas y arte, además de la peculiar forma de sentarse en las mesas de dos personas en los bares, como mirando hacia la calle y de espaldas al local.
e
Subiendo la colina de 130 metros que es Montmartre pienso en las escenas de la comedia francesa Amélie (Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, Jean-Pierre Jeunet, 2001) que grabaron en ese lugar. En las faldas escalonadas de la loma se puede encontrar a jóvenes de todas las razas haciendo música o simplemente charlando; y desde lo más alto se puede disfrutar de París en todo su esplendor. La Torre Eiffel con sus más de 300 metros de hierro, la catedral gótica de Notre-Dame y el Sena, lucen de lejos como miniaturas dentro de la gran ciudad.

La Basílica del Sagrado Corazón está situada en la cima de Montmartre. Las cuatro cúpulas de estilo romano que la acompañan impresionan y el altar está decorado con una imagen pintada del Sagrado Corazón de Jesús. Desde los pies del Sacré Cœur la ciudad se ve perfecta. El sol está cayendo y el cielo se ha puesto morado. Pienso en lo que dijo el escritor Antonio Cisneros, que “desde hace casi un par de siglos hay un París que brilla en la imaginación de todos”. Entonces recuerdo, como Cisneros, que tres de los mejores narradores –y favoritos, además- del Perú, Julio Ramón Ribeyro, Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce “fueron alguna vez unos muchachos cumpliendo el viejo sueño del desván en el Barrio Latino, con algo de pan y queso y un poco de papel para escribir. Eran aún los tiempos en que nadie nos pedía visa”.

Es de noche, la segunda en París. Terminamos la jornada en Le rendez vous des amis, un simpático bar en el que ordenamos una fiambre de quesos y algunas cervezas. Estamos cansados y maravillados. Hacemos el recuento del día, reímos y nos emocionamos. Quiero tomar muchas fotografías, que París nos quede para siempre.
e
Fotos: María José Correa
e

5 comentarios:

  1. Un gran conflicto interno ha abordado mi mente después de leer tu crónica. Una vez más, nos engatusas con ese prometedor inicio. Me gusta mucho esa combinación perfecta de palabras que has usado para narrarnos una ciudad - que aunque desconocida- se muestra perfecta y mágica. Me has dejado deseosa de conocer y viajar. Quiero felicitar esa gran habilidad descriptiva que nos muestras en tus crónicas; sin embargo, al terminar de leer siempre me quedo esperando con ansias la historia que nunca se cuenta, la experiencia que nunca has transmitido, y el final que nunca se conoce. Apuesto a que tus tan buenas descripciones pueden cobrar vida y pasar de ser descripciones con recuerdos de buenos escritores a experiencias inspiradoras para tus lectoras. No obstante, esta descripción de Paris en pocos días, es muy buena.

    ResponderEliminar
  2. no puedo comentarte!!!... pero Paris sigue brillando en mi imaginacion

    ResponderEliminar
  3. Cada frase y cada sensación que transmites me hace recordar al "Niño Bueno" haciendo lo imposible, con tal de hacer realidad su sueño: vivir en París.
    Mi enamorado, Mario Vargas Llosa, en su juventud creía que sólo en París podría convertirse en un buen escritor, pensaba que solo la magia parisina podía convierte en artista.
    No se si sólo fue París lo que lo convirtió en el genio que es; pero al parecer le ayudó. Definitivamnete está en mi top 5 de lugares que ver antes de visitar a Papa Lindo. Tu descripción me provoca dejar todo e ir a Paris.

    ResponderEliminar
  4. ay Ricardito Somocursio!!!...

    ResponderEliminar
  5. Me acuerdo de París bajo el sol...
    París que nos lleva, fuera del tiempo...
    Primera visión: Trocadéro y su Torre Eiffel majestuosa...
    Una brisa de abril...
    Un primer beso en Montmartre,fugitiva...
    Adormecerse a los Campos de Marzo...
    La calle de Roma y sus 'luthiers' ...
    En busca de Nino Quincampoix...
    Claude Sarraute cruzada al puente de las Artes...
    Una famosa galería de arte en el Marais...
    Voilà...Unos de mi momentos favoritos en nuestra ciudad mágica...
    Gracias por hacernos compartir tuyos, tus palabras y tu escritura son dulces, no nos cansamos de eso...à quand la suite ? :)

    ResponderEliminar