Desde la época del daguerrotipo, el oficio del fotógrafo es testimonio de la historia. Todavía hoy, a pesar de la autosuficiencia digital, me gusta pensar que con sus cámaras al cuello y los caballetes haciéndoles sombra, los fotógrafos que anidan en las plazas tienen oro en sus manos, que aún en blanco y negro o pintadas a colores, guardan infinitas historias en el corazón de sus polaroid.
la fotografía es uno de los campos que me fascinan. Y ser un fotografo es algo que todos pueden hacer, con cartón o no, afinando bien nuestra imaginacion y percepcion de las cosas.
ResponderEliminarseguire leyendo(te)
No pudiste haberlo dicho mejor: "testimonios de la historia". Agregaría talvez, testimonios de la belleza... como leí por ahí, a veces "es necesario robar un poco de belleza para seguir viviendo".
ResponderEliminarSaludos desde la otra bitácora.
Galileus